la causa primordial de la baja
productividad de un empleado puede tener sus raíces en la FORMA de trabajar y
no en el trabajo mismo. La productividad se puede medir de diversas formas
pero, de manera simple la podemos definir como la relación entre la cantidad de
trabajo realizado y las horas trabajadas. Un trabajador apto y hábil puede ser
capaz de realizar mucho trabajo en menos horas que sus compañeros y, por tanto,
decimos que es más productivo. Sin embargo, la cantidad de trabajo no siempre
es el principal indicador de la productividad; esto es cierto especialmente en el
área de servicios, donde es más subjetiva la evaluación del trabajo del
empleado y más difícil de cuantificar. Podemos tener el caso de un empleado muy
inteligente y capacitado en su área pero que no puede “sacar” adelante tanto
trabajo como sus compañeros. Si le aplicamos una prueba de conocimientos
podremos convencernos de que no se trata de ignorancia o falta de pericia; se
trata de desorganización interna y problemas para dar prioridades a las
actividades cotidianas. Esta es, justamente, la capacitación más básica e
importante para todo empresario: aprender a organizar las tareas, a
priorizarlas, a iniciarlas y terminarlas. Se dice muy fácil pero lo cierto es
que no ocurre tan fácilmente en la realidad. Cuando aprendemos a trabajar es
mucho más fácil enseñarle a trabajar a nuestra gente.
El aprendizaje empieza por casa
así que intentemos aplicar las siguientes rutinas a nuestro trabajo diario y,
después, transfiramos este método a nuestros empleados. A continuación se
muestra algunas herramientas que pueden ser útiles para aprender a trabajar:
- Al inicio del día, revisar la lista de pendientes
del día anterior y agregar las nuevas actividades que hayan surgido
durante la mañana.
- Elegir aquellas acciones que requieren de solución
inmediata. Subrayarlas con algún color llamativo (amarillo, por ejemplo).
- Empezar a resolverlas: hacer la llamada telefónica,
enviar el fax o el mensaje, llevar los papeles, salir a recoger la
documentación, cualquier acción que implique la realización real, física,
contundente de esa actividad.
- Continuar con la siguiente actividad y empezar a
solucionarla.
- Ir agregando a la lista las nuevas actividades que
vayan surgiendo durante el día y utilizar algún tipo de símbolo que nos
ayude a identificar el grado de importancia o urgencia de cada una.
- Al término del día, cerrar los asuntos terminados,
archivar la documentación.
- Antes de salir de la oficina, retomar el listado de
la mañana y tachar aquellas actividades que ya se terminaron de realizar.
Dejar la lista a la mano para iniciar al día siguiente.
- Al término del día, la pila de papeles debe ser más
pequeña que como estaba en la mañana cuando iniciamos las labores.
- Es importante contar con una agenda, una libreta,
un block de post-it, un reloj con alarma o cualquier otro artículo que nos
facilite anotar y, posteriormente, recordar lo que tenemos pendiente. Es
una fantasía el pensar que podemos recordarlo todo. No existe la “mala
memoria”para un empresario; sólo existe la disciplina o la negligencia de
apuntar los pendientes.
Fuente:http://www.altonivel.com.mx/16736-como-aumentar-la-productividad-de-tus-empleados-hoy.html
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